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Cuadros, dibujos, esculturas,| publicaciones sobre arte y otras técnicas...

"Seré un genio, y el mundo me admirará. Quizá seré despreciado e incomprendido, pero seré un genio, un gran genio, porque estoy seguro de ello"
-Salvador Dalí-

FAUVISMO

   
 En 1892 el simbolista Gustave Moreau fue llamado a enseñar en l'Ecole Superieur des Beaux Arts. Entre sus discípulos tuvo a Georges Rouault (1871-1958), Henri Matisse (1869-1954) y Albert Marquet (1875-1947). El primero fue su preferido y, a su muerte, se convirtió en conservador de la casa-museo que Moreau legó al Estado en la calle La Rochefoucauld. Georges Rouault es un artista que sólo cabe clasificar como expresionista, puesto que su única meta es un compromiso moral y profundamente religioso que le lleva a denunciar las corrupciones de la sociedad moderna. Los jueces injustos, la prostitución, el ciudadano oprimido, la soledad, se representan en su obra a modo de evocaciones. Así, el condenado aparece en su indefensión ante la casta de los leguleyos, la prostituta como ser abyecto, crasa y desdentada, el hombre de la calle como payaso; ninguno es culpable, sino víctima de los vicios de la sociedad contemporánea, que son en cierto modo recurrentes. Juana de Arco es el símbolo nacional de la manipulación por razones de Estado y Cristo representa la inmolación del justo por causa de la injusticia universal de la Humanidad. Una crisis espiritual a principios de siglo, resuelta bajo la influencia del escritor católico León Bloy, definió estos rasgos de la sensibilidad del artista. Su mensaje es el más profundo de entre los artistas católicos del siglo XX. Nacido en una familia de artesanos vidrieros, su estética de madurez manifiesta la relación con el mundo de la vidriera emplomada y, naturalmente, con el cloisonisme, aunque los colores presentan entonación densa y apagada a causa de una preparación ocre, que había aprendido de Moreau y, en último término, de Rembrandt. El marchante Ambroise Vollard le encargó series grabadas que demuestran también su maestría en este campo. Aunque desde 1884 venía funcionando el Salon de la Societé des Artistes Indépendants, promovido por los neoimpresionistas para dar cabida también a las corrientes postimpresionistas, a principios de siglo hay ya otra generación de artistas que ven a los Independientes como maestros consagrados y necesitan otros cauces de expresión. En 1903 Bonnard, Rouault, Matisse y Marquet fundaron el Salon d'Automne, y en el primer otoño dedicaron la exposición inaugural a Paul Gauguin. En poco tiempo Henri Matisse se hizo cabeza visible del grupo y éste creció con viejos colegas de la clase de Moreau, como Henri-Charles Manguin (1874-1949), y recientes amigos, entre ellos André Derain (1880-1954) y Maurice de Vlaminck (1876-1958). En el Salón de Otoño de 1905 expusieron casi todos ellos unos cuadros de colores chillones, aplicados a la figura de forma arbitraria y antinatural. En una de las salas se mostraba sobre un pedestal una escultura de Marquet de aire neorenacentista y el crítico Louis Vauxcelles sentenció: "Donatello au milieu des fauves" (Donatello en medio de las fieras). Como era peyorativo el nombre tuvo éxito en seguida y sirvió para que el grupo tomara conciencia de sí mismo. El término fauve aludía especialmente al irritante color; color arbitrario que nada tenía que ver con la realidad, dado con una pincelada violenta, como un brochazo, ensayado por Matisse y sus amigos en Collioure y Saint-Tropez, en el Sur de Francia. Las influencias coloristas de Van Gogh, Seurat y especialmente de Signac, con quien convivió Matisse, son evidentes; pero los fauves liberan completamente el color. Ellos lo emplean tal como sale del tubo, pero no para darle un símbolo como Gauguin, ni para hacer experimentos visuales como Seurat sino para lograr valores pictóricos puramente nuevos. Es precisamente lo que había buscado Cézanne, y por ello se convierte en el ídolo del grupo. En el Salón de Otoño de 1907 le dedicarían una magnífica retrospectiva. El grupo, por otra parte, parece que no fue tal, sino que, siendo amigos, aceptaron la jefatura de Matisse que le habían atribuido los críticos. En 1908 estaba ya deshecho y los componentes se dedicaron a otras experiencias artísticas.

La rebelión fauve fue en realidad la primera expresión violenta de la pintura del siglo XX. Pero no introducían ningún concepto nuevo en la pintura; realmente se trataba de asimilar los experimentos de Gauguin, Van Gogh, Seurat y Cézanne, y al mismo tiempo destruirlos. Siguen pintando un mundo objetivo: retratos, bodegones, interiores, etc., temas ya trabajados por los Nabis, pero los desnaturalizan al liberar el color de su función descriptiva. El color cobra vida propia e independiente del dibujo, que queda sometido a su jerarquía. Con ello ejercerán inmediata influencia sobre la tendencia expresionista del arte moderno. Muchos de los pintores que integraron el movimiento produjeron en él lo mejor de sus carreras, como Derain o Vlaminck; otros como Rouault estuvieron en él de paso. Sin embargo, el magisterio de Matisse fue evidente, ya que era más inquieto y con mayor potencial creador que sus colegas.

     Surge, al igual que los movimientos anteriores, como reacción contra el Impresionismo, al que en esta ocasión se le reprocha su desprecio por el mundo interior, en la línea simbolista pero al nivel consciente, buscando la profundidad consciente. Si el Impresionismo reflejaba las impresiones que le llegan al pintor desde fuera, el Fauvismo, junto con el expresionismo alemán, va a plasmar las sensaciones internas, las vivencias psicológicas del artista. Quizá por esta semejanza se ha identificado a ambos estilos: Fauvismo y Expresionismo alemán, cuando la verdad es que éste último se destaca por una visión del mundo pesimista, mientras que el Fauvismo está impregnado del típico optimismo mediterráneo.

Teniendo como maestros a Van Gogh: (pintura como expresión de un sentimiento interior que provoca una violencia emotiva de las formas) y a Gauguin (desinterés por la fidelidad de la Naturaleza, con uso de colores no descriptivos ni naturales) este grupo heterogéneo planteaba criterios revolucionarios. Si hubiera que señalar la esencia del grupo, que cada pintor interpretó a su manera, se diría que era el uso arbitrario del color a fin de definir la forma y expresar el sentimiento. Ellos son los primeros en utilizar ilógicamente el color de cara a una mayor fuerza expresiva. No tenían porqué respetar la imagen natural de las cosas y rompen con ese convencionalismo. El color de los “fauves” será el inicio de una renovación estética que marcará, junto con el dibujo del Cubismo, toda la pintura del siglo XX. Por otro lado el Fauvismo mantiene un mayor arraigo de lo decorativo y una ausencia total de planteamientos sociales. Van Dongen, en uno de sus famosos dichos: “Pintar es la más hermosa de las mentiras”.

     Las características principales son:

a) El logro más importante fue la autonomía del color con respecto a la forma, (independiente de la "naturaleza" del objeto, sin mezclas) ya presente en Gauguin (el prado rojo en “Visión después del sermón”), convirtiéndose éste en auténtico protagonista de la pintura, sin hallarse supeditado a lo que representa. 

b) Extrema simplificación de formas y elementos (relleno con colores planos, pinceladas gruesas y bastas). Estos artistas suelen pintar al óleo sobre lienzo, con una pincelada generalmente rica en pasta y algunos siguen el grafismo de Van Gogh, resultando un cuadro de una textura rugosa. 

c) La línea recupera protagonismo, es gruesa, a veces discontinua en su trazo o en el color que se le ha aplicado, y generalmente sirve para delimitar los contornos o formas y los planos de color. 

d) Interpretación lírica y emocionada de la realidad. Se cultivan temas muy diversos, desde paisajes rurales, urbanos, desnudos interiores etc. Su producción enlaza además de con Gauguin, con la carga expresiva de Van Gogh, y el “plein air” de los Impresionistas.
e) La profundidad desaparece (aportación de Gauguin) y los volúmenes se perfilan con pinceladas fuertes (ruptura con el claroscuro y con la perspectiva).
f) El modelado de las figuras apenas interesa, se potencia más el plano y se representa el volumen mediante contrastes cromáticos. Tampoco la luz es importante en estos cuadros. 
g) Es una pintura figurativa pero bastante antinatural, con un claro desinterés por la perspectiva, los pintores defienden la autonomía del cuadro frente a la realidad y el concepto de la “no imitación”; esa actitud “rebelde” se plasma principalmente en ese uso tan libre que hacen del color y en general de todos los valores tradicionales de la pintura. 
h) Contrastes cromáticos. Los artistas fauves van a jugar con la teoría del color: ésta se va a basar, principalmente, en entender qué colores son primarios, cuáles son secundarios y cuáles son complementarios. Al entender esto, se va a conseguir una complementariedad entre colores, lo que producirá un mayor contraste visual, una mayor fuerza cromática:
-Colores Primarios: rojo, amarillo, azul.
-Colores Secundarios: se obtienen mezclando colores primarios: rojo + azul (violeta); rojo + amarillo (naranja); amarillo + azul (verde).
-Complementarios: se entiende por color complementario, el color opuesto a otro: para el verde es el rojo, para el azul es el naranja y para el amarillo es el violeta.
i) Otra característica de esta pintura es su intención de expresar sentimiento (algo que ya vimos en su momento con los Nabis). Esto es importante porque tendrá una percepción de la naturaleza y de lo que les rodea en función de sus sentimientos.
j) El dibujo será un aspecto secundario para estos artistas, sin embargo, Matisse no se va a olvidar de él. También va a destacar un aspecto decorativo y líneas onduladas.
k) Defienden una actitud rebelde, de transgredir las normas con respecto a la pintura. Buscan, en definitiva, algo diferente, que les haga avanzar en el ámbito artístico.

Henri Matisse (1869-1954)
     El animador y mejor representante de esta vanguardia será Matisse, junto al que se alistarán una serie de pintores entre los que se encuentran la presencia fugaz de Picasso. El atrevido e inigualable empleo del color de Matisse no supone un capricho momentáneo de este pintor sino que responde a la necesidad de expresar de la mejor manera posible, la esencia del motivo representado. Suele utilizar los tonos fuertes (por contraposición a la tímida paleta impresionista), colores puros, a veces cubriendo con uno sólo de ellos grandes zonas. Estos colores se separan unos de otros por gruesos trazos de color negro que delimitan exageradamente las diferentes zonas cromáticas.
Henri Matisse se replanteó pronto su forma de hacer y comienza a utilizar colores vivos: el azul cobalto, el naranja, el bermellón o rojo vivo. De manos de Signac se inició en el movimiento neoimpresionista pero la rigidez cromática de este movimiento no congeniaba con la expresividad de Matisse y así, cuando conoce a Derain se entusiasmó con el Fauvismo y empezó a construir el espacio por medio del color, remplazando la perspectiva y el sombreado por los contrastes cromáticos.
Matisse hizo buena su máxima de que “el color debe ser pensado, soñado, imaginado” hasta lograr una condensación cromática que le ayudó a sustituir el principio de imitación por el de la elección del color de una forma subjetiva por el artista, lo que implicaba la interiorización del Arte, la incorporación del mundo subjetivo del artista. “Cuando uso verde no es hierba, cuando uso color azul no es cielo”.

     Estilo cercano al impresionismo. Tema muy próximo al modo de trabajar de Pissarro. Tema nuevamente intrascendente. Mesa tratada con perspetiva en altura. Gran bodegón. Tema ligado a la burguesia media y con pincelada muy suelta. Bodegon lleno de elementos, hay un estudio atmosferico. Uso de un color vivo, alegre. Se percibe el interes por uso del color puro.

Henri Matisse. Lujo, calma y voluptuosidad I (1904 – 5)
     Punto grueso, cerca de Signac. Homenaje a los cuadros de las balistas de Cezanne. Es el mismo tema representado de otra manera. Visión más idealizada, de ensoñación, simbolista, perspectiva más o menos tradicional en la creación de esa tridimensionalidad, ya vemos rasgos que le definen: simplificación de las formas definidas con simples trazos y esa utilización intensa del color. Un color que marca constantes transiciones dentro del cuadro y que se convierte en vehículo expresivo.

Henri Matisse. Ventana de Collioure, 1905
     Una obra de un tema muy similar a cuadros de Bonnard, de la pintura nabis donde nos muestras interiores, con ventanas abiertas al exterior, pero no es más que una excusa para ver el trabajo del pintor. Color arbitrario, pintura simplificada… Y contraste entre la manera de trabajar la estancia, a base de grandes manchas de color y una pincelada gastada de pequeñas manchas al exterior (como los nabis). Le da un carácter mas cambiante, mas atmosférico. Pinturas en cualquier caso decorativas. La pintura busca expresarse, pero los sentimientos de los fauvistas son alegres.
Henri Matisse Autorretrato, 1906
Henri Matisse. Retrato de la raya verde, 1905
     Matisse nos transmite una imagen de su mujer absolutamente degradante para un espectador común del momento, irracional desde el punto de vista estético e incluso inmoral en el plano ético, ya que se manipulaba grotescamente la imagen de una persona, creada a semejanza divina. Aquello no podía considerarse pintura. Pero se trataba de un ensayo que tenía mucho que ver con Gauguin y con los Nabis.
Si este tema se observa con los ojos entornados, resulta más amarillo, estableciéndose así la idea de equilibrio. Este equilibrio cromático, es asombroso, contrarresta de modo perfecto las manchas rojas con las verdes. El rostro se configura en torno a una línea verde que sustituye la nariz de la retratada. La zona de la nariz y la boca roza lo monstruoso, la belleza se ha perdido. Lo feroz y zoológico es el resultado de la situación pictórica.
Es como si Matisse quisiera eliminar toda la psicología que podría transmitir el retrato para reconciliarse con el mero acto de pintar. Era sencillo el abstraerse de emotividades en géneros como el paisaje o el bodegón, pero en el retrato supone un reto difícil de conseguir.

Henri Matisse. El poste – interior rojo 1908 – 1909
     De nuevo vuelve al color. El tema es típico del momento: una estancia. Una pintura de interior. Es una reinterpretación de una obra suya La mesa servida. El lenguaje es plenamente fauvista. Los protagonistas son el color que lo invade absolutamente todo, creando una superficie casi sin solución de continuidad. No distinguimos el final de algo y el comienzo de los siguiente. Y el elemento decorativo, esas formas sinuosas, esos entre lazos, Influencia del modernismo, los pintores son como esponjas, abiertos a influencias que puedan venir de cualquier sitio.
Henri Matisse. La Danza 1909-1910
      Inspirada en la cerámica arcaica, y en las danzas campesinas. Se dice que estuvo en Cataluña y vio bailar una sardana, lo que fue s influencia. Nos da una composición cerrada, aunque dinamica, articulada siempre con ese dibujo sintetico y con tres colores: verde y azul y el color bermellón para las figuras humanas (color rojo ladrillo). 
Matisse: mi primer elemento de construcción es el ritmo, el segundo: una gran superficie de azul sostenido, en alusión al cielo mediterráneo; y el verde, para los pinos. Estas figuras están trabajadas como meras siluetas, pero consigue dotarlas de cierta volumetría. Pintura con su carácter decorativo.
Henri Matisse. La música 1909 – 1910

     Con los mismos elementos, nos compone por el contrario una composición estática y abierta. Con esos personajes recostados, sentados sobre el césped. Esas formas rígidas estáticas que veíamos en la pintura medieval y en la pintura egipcia, la vemos aquí también. Algo buscado y querido por el pintor.

Henri Matisse. Desnudo azul 1952
Raoul Dufy (1877-1953)


     El pintor más fiel a la experiencia fauve, que no pasó de ser una moda pasajera para el resto del grupo, fue Raoul Dufy (1877-1953). Después de practicar al modo postimpresionista, en Calle de Le Havre adornada con banderas, nos propone el tema de la calle engalanada que tanto atraía a los artistas de su generación. En su pintura recoge las influencias de Matisse pero con un estilo muy personal, que se distingue por tratar el óleo como si fuera la acuarela, con el dibujo muy perfilado y los tonos suaves.
Raoul Dufy- Modelo india en el estudio-1928


Raoul Dufy- Interior con mujer india -1930

Raoul Dufy- Modelo -1928


André Derain (1880-1954)


     Recorre estéticamente las tendencias de fin de siglo antes de llegar a Matisse, y lo hace con espíritu de síntesis, aprovechando lo bueno de cada una, porque su actitud es la de una persona culta que disfruta aprendiendo. El precio de dicha actitud es la duda y, al fin, el eclecticismo, de temperamento tranquilo, se preocupará únicamente por las cuestiones formales. El puente de Londres 1906, muestra, a pesar de las apariencias, la filiación postimpresionista. Hay en el color armonías y disonancías muy bien estudiadas que revelan lo que a fin de cuentas es el secreto de su personalidad: Derain era un pintor académico envuelto por el Fauvismo, en el que no se sentía a gusto.

André Derain- Big Ben 1905

André Derain- Charing Cross Bridge
André Derain- Bañistas 1908


Maurice de Vlaminck (1876-1958) 

     Se dedicó a la pintura gracias a su amigo Derain, abandonando sus diversas ocupaciones como violinista, novelista y ciclista. Nacido en París de padres flamencos, lo que condicionó en gran parte su estética, su interés por el color se afirma definitivamente cuando conoce la pintura de Van Gogh en la Exposición de 1901. Merienda en el campo 1906, representa en clave fauve a una pareja envuelta por un torbellino de cortas pinceladas, a la manera de Van Gogh, utiliza colores primarios y grandes manchas cromáticas. Desde 1910 se deja seducir por la composición cezanniana, pero sólo en el aparato geométrico superficial, porque mantiene la fidelidad a la perspectiva renacentísta, que acabará dominando su amanerada obra de madurez. Vlaminck, exaltado, nervioso y extremista, al tiempo que el más genuino representante de la escuela, ha pasado a la Historia de la Pintura por sus exuberantes composiciones, pletóricas de expresividad colorista. Puente de Westminster.
Maurice Vlaminck, Restaurante de la Machine a Bougival. (1905)

Maurice de Vlaminck- The Gardener
Maurice de Vlaminck, The Girl from the Rat Mort, 1905

Maurice de Vlaminck- Bañistas

Kees Van Dongen (1877-1968)
Kees van Dongen- La Quiétude 1918

Kees van Dongen- Pubertad
Kees van Dongen- Gypsy 1910
Albert Marquet (1875–1947)
Albert Marquet- Las dos amigas 1912

Albert Marquet- Modelo
Charles Camoin (1879–1965)

Charles Camoin- 1912 Village Street in Collioure
Charles Camoin- La-blonde-au-miroir-
Henri Manguin (1874-1949)





Henri Manguin- Modelo para pintar en el estudio

Henri Manguin- La siesta
Émile Oton Fiesz (1879-1949)

Emile-Othon Friesz, Octavie the Beautiful Martinique Woman

Emile-Othon Friesz, Bañistas



Iturrino González (1864-1924)
     Era un santanderino criado en Bilbao y formado en Líeja, París y Bruselas. Viajero infatigable, estudió con Moreau y participó en la experiencia fauve, haciendo que Matisse descubriera Andalucía. Trabajaba frecuentemente para Ambroise Vollard, el marchante de los fauvistas, y tuvo una sala entera para él en el Salón de Otoño de 1911.





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