El simbolismo fue uno de los movimientos artísticos más importantes de finales del siglo XIX, originado en Francia y Bélgica. En un manifiesto literario publicado en 1886, Jean Moréas definió este nuevo estilo como «enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva». Los simbolistas creían que el arte debía apuntar a capturar las verdades más absolutas, las cuales sólo podían ser obtenidas por métodos indirectos y ambiguos. De esta forma, escribieron con un estilo altamente metafórico y sugestivo. El manifiesto simbolista, publicado por Jean Moréas:
"Ainsi, dans cet art, les tableaux de la
nature, les actions des humains, tous les phénomènes concrets ne sauraient se
manifester eux-mêmes; ce sont là des apparences sensibles destinées à
représenter leurs affinités ésotériques avec des Idées primordiales."
(En
este arte, las escenas de la naturaleza, las acciones de los seres humanos y
todo el resto de fenómenos existentes no serán nombrados para expresarse a sí
mismos; serán más bien plataformas sensibles destinadas a mostrar sus
afinidades esotéricas con los Ideales primordiales)
Para los simbolistas, el mundo es un misterio por descifrar, y el poeta debe para ello trazar las correspondencias ocultas que unen los objetos sensibles (por ejemplo, Rimbaud establece una correspondencia entre las vocales y los colores en su soneto Vocales). Para ello es esencial el uso de la sinestesia.
Para los simbolistas, el mundo es un misterio por descifrar, y el poeta debe para ello trazar las correspondencias ocultas que unen los objetos sensibles (por ejemplo, Rimbaud establece una correspondencia entre las vocales y los colores en su soneto Vocales). Para ello es esencial el uso de la sinestesia.
El movimiento tiene sus orígenes en Las
flores del mal, libro emblema de Charles Baudelaire. El
escritor Edgar Allan Poe, a
quien Baudelaire apreciaba en gran medida, influyó también decisivamente en el
movimiento, proporcionándole la mayoría de imágenes y figuras literarias que
utilizaría.
El simbolismo fue en sus comienzos una
reacción literaria contra el naturalismo y
el realismo, movimientos
antiidealistas que exaltaban la realidad cotidiana y la ubicaban por encima del
ideal. Estos movimientos provocaron un fuerte rechazo en la juventud parisina,
llevándolos a exaltar la espiritualidad, la
imaginación y los sueños. El primer
escritor en reaccionar fue el poeta francés Charles Baudelaire,
hoy considerado padre de la lírica moderna. Sus obras fueron tan renovadoras
que algunas de ellas fueron prohibidas por considerarse oscuras e inmorales, al
retratar sin tapujos el uso de drogas, la
sexualidad y
el satanismo.
Desarrollaron un modelo de versificación más libre, gusto por los juegos de
palabras, la musicalidad en los versos y, más que nada, el lema de Théophile Gautier del
arte por el arte.
La
llegada de los poetas malditos
Verlaine expuso que dentro de su individual y
única forma, el genio de cada uno de ellos había sido también su maldición,
alejándolos del resto de personas y llevándolos de esta forma a abrazar el hermetismo y
la idiosincrasia como formas de escritura. También fueron retratados como
desiguales respecto a la sociedad, al llevar vidas trágicas y entregarse con
frecuencia a tendencias autodestructivas; todo esto como consecuencia de sus
dones literarios. Dando paso al concepto del poeta maldito.
La poesía simbolista busca vestir a la idea
de una forma sensible, posee intenciones metafísicas,
además intenta utilizar el lenguaje literario como instrumento cognoscitivo,
por lo cual se encuentra impregnada de misterio y misticismo.
Fue considerado en su tiempo por algunos como el lado oscuro del Romanticismo. En
cuanto al estilo, basaban sus esfuerzos en encontrar una musicalidad perfecta
en sus rimas, dejando a un segundo plano
la belleza del verso.
Intentaban encontrar lo que Charles Baudelaire
denominó la teoría de las «correspondencias»,
las secretas afinidades entre el mundo
sensible y el mundo espiritual. Para ello utilizaban determinados
mecanismos estéticos, como la sinestesia.
Aparecieron novelas como A contrapelo, de
Joris-Karl Huysmans,
que exploraba diversos temas relacionados con la estética simbolista. Esta
novela, en la que casi no existe trama, expone los gustos decadentes del
recluso y rebelde conde Des Esseintes. Oscar
Wilde imitó esta novela en numerosos pasajes de su obra El
retrato de Dorian Gray.
En cuanto al teatro, el énfasis en la vida de
ensueños y fantasías que promovían los simbolistas hizo difícil su completa
aceptación por parte de críticos y corrientes contemporáneas. Sin embargo la
obra Axël,
también de Villiers de L'Isle-Adam, fue
definitivamente la obra teatral más influenciada por el Simbolismo. En la obra,
después de un conflicto inicial, un príncipe y una princesa se enamoran y pasan
horas haciendo maravillosos planes para el futuro. Pero luego, al aceptar que
la vida jamás podría cumplir dichas ilusiones y expectativas, ambos se
suicidan. Otra obra teatral con gran carga simbolista es la tragedia Salomé de Oscar
Wilde.
REACCIÓN
FRENTE AL IMPRESIONISMO
Un grupo de pintores con preocupaciones
filosóficas y literarias, se apresuran a reprochar al Impresionismo su falta de
contenido poético, de temática. Son los Simbolistas cuya reacción contra el
Impresionismo es, en realidad, una contestación a todo el ambiente realista y
positivista de fin de siglo. Odilón Redon, uno de los más significados
representantes, fue el autor que mejor define el estilo esotérico, a la vez que
presagia el Surrealismo: "Nada se
hace en arte sólo por la voluntad, todo se hace por la sumisión dócil a la
llamada de lo inconsciente". El Simbolismo se basa en el principio de
que un cuadro no es una combinación de líneas y color, ni una transcripción de
la Naturaleza, sino que más allá de la apariencia contiene otro orden de
significación subterránea. Llevará sus pretensiones hasta el primitivo
Expresionismo y el Surrealismo, pues al igual que éstos, rebusca en los
dominios inexplorados de la imaginación.
Gustave Moreau fue un espíritu exquisito que,
tras ser acogido en los salones, pasó al retiro reflexivo y docente, para
ofrecer luego unas inquietantes figuras donde los símbolos, religiones y mitos
se entremezclan, dominados por figuras femeninas que son la ejemplificación de
todas las sensaciones, perversas o inocentes, exóticas pero sensuales,
fascinantes pero peligrosas.
El movimiento simbolista reacciona contra los
valores del materialismo y del pragmatismo de
la sociedad industrial, reivindicando la búsqueda interior y la verdad universal
y para ello se sirven de los sueños que gracias a Freud ya
no conciben únicamente como imágenes irreales, sino como un medio de expresión
de la realidad.
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John collier. Lady Godiva |
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John William Waterhouse- Hylas y las ninfas 1896 |
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Los nazarenos |
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William Blake- Oberon, Titania y Puck con hadas bailando 1786 |
El Simbolismo no pudo desarrollarse mediante
un estilo unitario; por eso, se hace muy difícil definirlo de forma general. Es
más bien un conglomerado de encuentros pictóricos individuales. En
consecuencia, los pintores hicieron uso de un vocabulario de formas lineal y
ornamental y de una composición del cuadro antinaturalista. Son especialmente
estos elementos abstractivos y acentuados en la linealidad, así como las
relaciones compositivas inmanentes al cuadro, es una tendencia que supera
nacionalidades, límites cronológicos y estilos personales. Para complicar más
la cuestión, derivará en una aplicación bella y cotidiana de honda raigambre en
el arte europeo de fines del siglo XIX y principios del XX: el Art
Nouveau. El Simbolismo pretende restaurar significado al arte,
que había quedado desprovisto de éste con la revolución impresionista. Mientras
que otros neoimpresionistas se inclinan por ramas científicas o políticas, el
Simbolismo se decanta hacia una espiritualidad frecuentemente cercana a
posiciones religiosas y místicas. La fantasía, la intimidad, la subjetividad
exaltada sustituyen la pretenciosa objetividad de impresionistas y
neo-impresionistas. Continúan con la intención romántica de expresar a través
del color, y no quedarse solamente en la interpretación. Ahí encontramos el
nexo de unión con el resto de neo-impresionistas, puesto que las teorías del
color local y los efectos derivados de las yuxtaposiciones de primarios, complementarios,
etc., les resultarán muy útiles a la hora de componer sus imágenes, muy
emotivas, como en la casi violenta visión de la pasión amorosa que Klimt ofrece
en su Dánae.
En cuanto a la
escultura, Rodin fue el más cercano a
sus planteamientos, y pese a todo, íntimamente ligado a los presupuestos del
gran escultor impresionista Edgar
Degas. Destaca también Aristide Maillol, Adolf von Hildebrand…
Pintura
simbolista
Pictóricamente las características más
relevantes son las siguientes:
Color: a veces se utilizaban
colores fuertes para resaltar el sentido onírico de lo sobrenatural. Del mismo
modo el uso de colores pasteles, por parte de algunos artistas, junto con la
difuminación del color, perseguía el mismo objetivo.
Temática: Pervive un interés por lo
subjetivo, lo irracional, al igual que en el romanticismo. No
se quedan en la mera apariencia física del objeto sino que a través de él se
llega a lo sobrenatural, lo cual va unido a un especial interés por la
religión. Los pintores y poetas ya no pretenden plasmar el mundo exterior sino
el de sus sueños y fantasías por medio de la alusión del símbolo. La pintura se
propone como medio de expresión del estado de ánimo, de las emociones y de las
ideas del individuo, a través del símbolo o de la idea.
Una de las novedades más importantes, a nivel
temático, es el de la mujer fatal. Surge la unión entre el Eros y el Thanatos y
en ello subyace una nueva relación entre sexos.
A la pintura se la define con conceptos como
ideista (de ideas), simbolista, sintética, subjetiva y decorativa.
Técnicas: Lo
que une a los artistas es el deseo de crear una pintura no supeditada a la
realidad, en oposición al realismo, y en donde cada símbolo tiene una
concreción propia en la aportación subjetiva del espectador y del pintor. No
hay una lectura única, sino que cada obra puede remitir cosas distintas a cada
individuo. Su originalidad, pues, no estriba en la técnica, sino en el
contenido.
Pintores
destacables:
Pierre
Puvis de Chavannes (1824–1898)
Parece
perpetuar la claridad y el rigor compositivo del clasicismo combinado con
colores planos y claros. Sus obras parecen vacías de movimiento y de luz. Es el
más idealista del grupo. Utiliza tintas planas, subordinadas a un buen dibujo.
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Pierre Puvis de Chavannes- El Río |
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Pierre
Puvis de Chavannes- The happy land- 1882
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Odilon
Redon (1840–1916)
El
francés es el más puro de los simbolistas. Representa lo mágico, lo visionario
y lo fabuloso. Odilón
Redon será el más expresivo de los simbolistas a la vez que el más admirado por
los surrealistas. Fue amigo de los grandes poetas del movimiento; Valery, Gide,
Mallarmé; y sentía veneración por Goya. Sus técnicas preferidas fueron el
pastel y el carboncillo y entre los temas que cultivó destacan las imágenes
oníricas, encamina sus
esfuerzos hacia la representación de ideas, de tal manera que su obra se
aproxima a lo que más tarde será la estética surrealista.
Cultivó
un estilo de colores puros y una temática fantasiosa, buscaba una síntesis
entre el sueño y la vida. Sin embargo, ya se habían manifestado estas ideas en el
Gauguin de la Escuela
de Pont-Aven y en sus
seguidores.
Gustave
Moreau (1826–1898)
Francés, gran
dibujante y de gran virtuosismo técnico. Es un narrador de sueños y extrañas
visiones. Su fuente de inspiración principal es la mitología. Existe una visión
particular sobre la belleza, el amor y la muerte.
Carlos
Schwabe (1866-1926)
Es un
pintor de gran imaginación para plasmar imágenes oníricas. Es precursor del modernismo.
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Carlos Schwabe- The Jade Ring |
Edward Robert Hughes (1851-1914)
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Edward Robert Hughes- Heart of snow
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Franz von Stuck (1863-1928)
Herbert James Draper (1863-1920)
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Herbert James Draper- Halcyone
(1915)
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Giovanni
Segantini (1858-1899)
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Giovanni Segantini- Angel de la vida
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Ferdinand Hodler (1876–1907)
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Ferdinand Hodler - Der Tag |
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Ferdinand Hodler- Piz Corvatsch. 1907 |
Santiago
Rusiñol
(1861-1931)
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Santiago
Rusiñol. 1894-la-morfina
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GUSTAVE
KLIMT (1862–1918)
Sin
duda uno de los más importantes representantes del Simbolismo. La mayoría de
sus cuadros están cargados de un sentido lírico-decorativo y retratan a mujeres
fatales, jóvenes, pelirrojas y sensuales.
Difícil
de clasificar, algunos lo vinculan al modernismo. Klimt comienza su trayectoria
profesional en el grupo de jóvenes pintores austriacos, es una agrupación que
aglutina artistas vinculados al modernismo. Y de hecho las primeras obras que
el realiza son pinturas que están dentro de un concepto más tradicional de la
pintura. Donde Klimt trabaja el género del retrato. Pinturas vinculadas al
modernismo, pero también a la tendencia realista de la pintura.
A
partir de 1905 comienza su época dorada. Hay una tendencia al uso de tonos dorados.
Influencia de esos mosaicos bizantinos.
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GUSTAVE
KLIMT- El árbol de la vida 1905
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El
árbol de la vida 1905 Palacio Stoclet, referencia al mundo natural, pero trabajado
con un sentido simbólico, ramas con roleos continuos (arabesco modernista), y
delante del árbol presencia de tres figuras de proporciones absolutamente
distorsionadas, por efecto del alargamiento. Vestidas con esos trajes
eminentemente decorativos, cuyos elementos se confunden con el entramado de
esas ramas. Esta etapa dorada comienza con un viaje a Ravena, donde contempló esos
mosaicos.
El
beso 1907. Ya constituye una obra de caballete. Salvo las carnaciones de las
figuras, el resto está formado por panes de oro. Combina el óleo con el oro,
para conseguir esos tonos de oro próximos al mosaico. Las carnaciones son los
únicos elementos naturalistas que incorpora Klimt, el resto, son motivos
acentuando el efecto plano que entronca con los mosaicos. El carácter simbólico
es total. La escena ocurre en un jardín, con una alfombra de elementos
florales.
Adele
Bloch-bauer I 1907. Es el primer retrato que Klimt hace a la mujer de Fernand
Bloch Bauer. Lo hace por encargo del marido. Quiere reflejar los rasgos
físicos, pero también su personal carácter enfermizo, con esa carnación más
blanquecina. Por otro lado, fue un mecenas del arte y toda esa superficie
dorada también alude a esa riqueza que el mecenas tenía y a su posición social.
Es un retrato que trata con gran delicadeza. Era una mujer culta que se
relacionaba con los círculos artísticos de la época, que tenía una gran amistad
con músicos y pintores. De nuevo vemos esos recursos técnicos tan
característicos de Klimt (carnación con oleos frente a los dorados) cuajados de
elementos simbólicos, reiteración de los ojos, por ejemplo.
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Gustav Klimt- The-beethoven-frieze-the-longing-for-happiness-finds-repose-in-poetry-right-wall |
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Gustav Klimt- Beethoven-Frieze
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